La crisis del Antiguo Régimen en España marcó un período crucial de transformación política y social a principios del siglo XIX. Este período histórico comenzó con la Guerra de la Independencia española (1808-1814), desencadenada por la invasión napoleónica de la península ibérica. La crisis se caracterizó por el colapso de las instituciones tradicionales y el surgimiento de nuevas ideas liberales que desafiaron el orden establecido.
La Guerra de la Independencia se inició cuando Napoleón invadió España, provocando el levantamiento popular del 2 de mayo de 1808. Este conflicto no solo fue una guerra contra los franceses, sino también una revolución interna que cuestionó las bases del Antiguo Régimen. Durante este período, se formaron juntas provinciales para gobernar en ausencia del rey Fernando VII, y se convocaron las Cortes de Cádiz, que elaboraron la primera constitución moderna de España. La Constitución de 1812, también conocida como "La Pepa", estableció principios fundamentales como la soberanía nacional, la división de poderes, la libertad de imprenta y la igualdad ante la ley.
Los decretos de las Cortes de Cádiz fueron revolucionarios para su época, aboliendo instituciones del Antiguo Régimen como la Inquisición y los señoríos jurisdiccionales. La constitución gaditana representó un intento de modernizar España siguiendo los principios liberales, aunque su aplicación fue interrumpida por el retorno de Fernando VII en 1814. Este período sentó las bases para las transformaciones políticas y sociales que España experimentaría durante todo el siglo XIX, marcando el fin definitivo del absolutismo y el inicio del constitucionalismo moderno en el país.