El apogeo y la fragmentación (929-1492)
El Califato de Córdoba representó la época dorada de Al-Andalus. Abd-al-Rahman III se proclamó califa en 929, convirtiéndose en líder político y religioso independiente. Córdoba se transformó en una de las ciudades más importantes de Europa, y los reinos cristianos no podían competir militarmente.
Pero nada dura para siempre. Tras la muerte de Al-Mansur, el califato entró en crisis y se desintegró en 1031, dividiéndose en treinta reinos de taifas. Sevilla, Granada, Zaragoza y Mérida fueron los más poderosos. Para defenderse de los cristianos, pagaban parias (tributos) a cambio de paz.
La situación se volvió tan desesperada que pidieron ayuda a los almorávides (1090-1144) y después a los almohades (1144-1248). Ambos imperios africanos intentaron salvar Al-Andalus, pero la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 marcó su derrota definitiva.
Solo sobrevivió el reino nazarí de Granada hasta 1492, cuando los Reyes Católicos conquistaron la ciudad. Durante estos últimos dos siglos, Granada pagó tributos a Castilla para mantenerse independiente.
Recuerda: La conquista de Granada en 1492 no solo terminó con Al-Andalus, sino que coincidió con el descubrimiento de América, marcando el final de la Edad Media.