El relieve como condicionante de la vida humana
El relieve no es solo paisaje bonito para Instagram; condiciona totalmente cómo vivimos. Piénsalo: ¿por qué crees que Madrid está donde está y no en la cima de una montaña?
En el poblamiento, siempre hemos elegido valles fluviales y llanuras porque son más cómodos para vivir. Para la agricultura, las zonas llanas y bajas son oro puro comparadas con las laderas empinadas donde apenas crece nada.
El relieve también nos da recursos: carbón, cobre, zinc y rocas para construcción. Pero tiene su lado complicado: las montañas periféricas hacen que sea un rollo conectar la Meseta con la costa, encareciendo el transporte.
El turismo se beneficia enormemente: desde los parques geológicos hasta las playas de Levante y Baleares. Aunque nuestras costas rectilíneas no son ideales para puertos grandes.
Los riesgos geológicos también nos condicionan. Los seísmos en el sur y sureste (donde chocan las placas africana y euroasiática), las erupciones volcánicas en Canarias, y los movimientos de ladera en las grandes cordilleras requieren vigilancia constante.
Importante: España tiene redes especializadas de vigilancia sísmica y volcánica para prevenir desastres.