Unidades del relieve peninsular y costas
La Meseta es el corazón de España, una plataforma elevada entre 600 y 800 metros que se formó en la era primaria. Su zócalo paleozoico del oeste crea esas penillanuras típicas de Extremadura, mientras las sierras interiores como Guadarrama y Gredos la dividen como una gran cremallera natural.
Los rebordes montañosos son como los muros de la fortaleza meseteña. Desde el Macizo Galaico hasta Sierra Morena, cada uno tiene su personalidad: materiales paleozoicos duros en unos, calizos en otros, pero todos levantados por las fuerzas alpinas.
Las depresiones exteriores del Ebro y Guadalquivir son nuestros graneros principales. La primera, cerrada como una bañera, se rellenó de materiales continentales. La segunda, abierta al Atlántico, recibió sedimentos marinos que crearon las fértiles campiñas andaluzas.
Dato curioso: Las cordilleras exteriores (Pirineos, Béticas) son nuestras montañas más jóvenes y espectaculares.
Las costas peninsulares muestran personalidades opuestas: la atlántica con sus rías gallegas y playas atlánticas, frente a la mediterránea con sus calas, deltas y albuferas. Cada una refleja la geología y el clima de su región.