Del liberalismo económico al capitalismo industrial
El siglo XVIII vio nacer una nueva forma de entender la economía que aún influye en nuestro mundo actual.
El liberalismo económico, consolidado por Adam Smith en "La riqueza de las naciones" (1776), promovía la libertad total del mercado. Sus principios eran claros: libre competencia, propiedad privada y libre comercio. El Estado solo debía garantizar seguridad y leyes básicas, mientras que la famosa "mano invisible" (oferta y demanda) regularía los precios.
El capitalismo industrial surgió como el sistema económico perfecto para esta nueva era. Se basaba en la producción mecanizada, las fábricas, la concentración de capital y la producción en masa. Las relaciones laborales se volvieron completamente asalariadas, creando una nueva clase trabajadora.
La Segunda Revolución Industrial mediadoss.XIX−principioss.XX llevó todo esto más lejos. Estados Unidos, Alemania y Japón se sumaron al proceso. La electricidad y el petróleo reemplazaron al vapor, nacieron industrias como la automovilística y química, y aparecieron nuevos métodos como el taylorismo y el fordismo.
Surgieron también nuevos tipos de empresas: sociedades anónimas, carteles, trusts y holdings que concentraban el poder económico como nunca antes.
Evolución imparable: En solo 150 años pasamos del carbón y vapor a la electricidad, petróleo, coches y aviones.