La llegada de los Borbones y el absolutismo en España
En 1700, la muerte sin herederos de Carlos II provocó un conflicto por el trono español entre Felip de Borbón y Carlos de Habsburgo. Este enfrentamiento, conocido como la Guerra de Sucesión (1701-1713), tuvo dos dimensiones: un conflicto internacional donde potencias como Gran Bretaña y Holanda apoyaron a Carlos, y una guerra civil donde la Corona de Aragón defendió al candidato austríaco mientras Castilla respaldó a Felipe V.
El conflicto terminó con el Tratado de Utrecht (1713), reconociendo a Felipe V como rey de España. La victoria borbónica tras la batalla de Almansa (1707) permitió ocupar Valencia y Aragón, y la guerra concluyó definitivamente en Cataluña (1714) y Mallorca (1715).
Felipe V (1700-1746) implantó el modelo absolutista francés y promulgó los Decretos de Nueva Planta, que eliminaron las leyes e instituciones propias de los territorios de la Corona de Aragón. Su sucesor, Fernando VI (1746-1759), inició algunas reformas, pero fue Carlos III (1759-1788) quien se convirtió en el máximo exponente del Despotismo Ilustrado español.
💡 El lema del Despotismo Ilustrado era "todo para el pueblo, pero sin el pueblo", lo que significa que se hacían reformas beneficiosas pero sin dar poder real a los ciudadanos.
Carlos III impulsó importantes reformas: aumentó el poder real sobre la Iglesia, creó escuelas de enseñanza primaria, reformó las universidades, fomentó la agricultura y liberalizó el comercio con América. Durante este siglo también surgieron pensadores ilustrados como Gaspar Melchor de Jovellanos, que abogaban por el desarrollo económico y la modernización de la sociedad española.