Resumen para 2o bachillerato
En el Siglo XIX, España experimentó transformaciones significativas que culminaron con la desaparición de las estructuras políticas, sociales y económicas del Antiguo Régimen. Sin embargo, estas transformaciones tuvieron un alcance limitado, lo que dejó a España rezagada en comparación con otras potencias europeas. Los cambios incluyeron la transición del absolutismo a un sistema liberal, que desencadenó un ambiente inestable, guerras civiles y golpes de Estado militares, así como la pérdida del imperio colonial.
La población experimentó un crecimiento moderado, y la economía española se modernizó, aunque de manera lenta y menos intensa que en otros países europeos. A pesar de los progresos, España continuó siendo un país agrario, y se estableció una nueva sociedad de clases basada en la riqueza, con terratenientes que mantenían su influencia y una burguesía y proletariado en crecimiento limitado.
El Reinado de Carlos IV (1788-1808)
El reinado de Carlos IV, que inició a los 40 años en 1788, marcó el comienzo de la crisis política del Antiguo Régimen en España, influenciada por la Revolución Francesa. El temor a la llegada de la ideología revolucionaria llevó al cierre de fronteras y a la finalización de las reformas ilustradas. Durante la guerra entre Francia y España, se produjeron invasiones y acuerdos diplomáticos que afectaron la estabilidad del país.
El primer ministro del rey, Don Juan Manuel Godoy, llevó a cabo medidas impopulares, como el aumento de impuestos y la desamortización de bienes del clero, lo que generó descontento tanto entre la población como entre la nobleza. Este clima de malestar culminó en el Motín de Aranjuez en 1808, que obligó a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo Fernando VII.
La Formación de Grupos Ideológicos
Durante el reinado de José I Bonaparte, se implantó el Estatuto de Bayona, estableciendo un sistema político conservador en el que el rey tenía el poder ejecutivo y la iniciativa para proponer leyes y realizar reformas. Esta situación dividió a la población española en dos grupos ideológicos: los Afrancesados, que aceptaban la nueva monarquía y apoyaban sus reformas, y los Patriotas, que se oponían al monarca extranjero y defendían los valores tradicionales, liderados por la mayoría del pueblo y los liberales que buscaban abolir el Antiguo Régimen.
La Guerra de la Independencia Española y la Constitución de 1812
La llegada de las tropas francesas desencadenó la Guerra de la Independencia, que se caracterizó por resistencias en las ciudades, levantamientos en el campo y el surgimiento de guerrillas para resistir la ocupación francesa. A pesar de las dificultades iniciales, la ayuda angloportuguesa y la retirada parcial de las tropas francesas permitieron la victoria de los patriotas y la firma del tratado de Valençay en 1813, que reconoció a Fernando VII como rey de España.
En paralelo, se inició un movimiento revolucionario liberal en las Cortes de Cádiz, que culminó con la promulgación de la Constitución de 1812, un hito importante en la lucha contra el absolutismo y la instauración de principios democráticos en España. Este periodo marcó un punto de inflexión en la historia de España, con cambios significativos que sentaron las bases para el desarrollo político y social del país en el siglo XIX.