La Segunda Revolución Industrial y la Nueva Sociedad
A finales del siglo XVIII e inicios del XX, la Segunda Revolución Industrial trajo innovaciones revolucionarias. La electricidad y el petróleo se convirtieron en nuevas fuentes de energía, mientras que la industria química desarrollaba fertilizantes, tintes y nuevos materiales.
El taylorismo organizó científicamente el trabajo para maximizar la productividad. La producción en masa y la estandarización de piezas redujeron costos y aumentaron la eficiencia, sentando las bases del consumo moderno.
La industrialización se expandió desde Inglaterra hacia Francia, Bélgica, Alemania y posteriormente a Estados Unidos y Japón. Cada país aprovechó sus recursos naturales: Gales y Asturias explotaron sus minas de carbón y hierro, mientras que Estados Unidos desarrolló su vasto territorio continental.
Esta transformación cambió el mundo definitivamente. Las ciudades crecieron exponentially, la población migró masivamente del campo a las urbes, y se establecieron las bases de la economía global moderna con intercambios comerciales y financieros a escala mundial.
🔧 Innovación continua: A diferencia del Antiguo Régimen, donde la innovación era limitada, el capitalismo promovía la investigación constante impulsada por la competencia y la búsqueda de beneficios.