Los reinados de Fernando VII e Isabel II
El reinado de Fernando VII pasó por tres etapas diferentes que reflejan la lucha constante entre absolutismo y liberalismo. Todo comenzó con el Sexenio Absolutista (1814-1820), cuando al regresar a España tras la Guerra de Independencia, Fernando VII abolió la Constitución de 1812 y persiguió a los liberales. Muchos tuvieron que exiliarse, mientras otros intentaban tomar el poder mediante pronunciamientos (golpes de Estado militares).
En 1820 llegó el Trienio Liberal (1820-1823) gracias al pronunciamiento del comandante Rafael de Riego, quien obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz. Sin embargo, este período liberal terminó cuando las potencias absolutistas de la Santa Alianza enviaron un ejército francés conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis, que restableció el absolutismo.
La última etapa fue la Década Ominosa (1823-1833), que comenzó con una fuerte represión contra los liberales. El problema principal surgió cuando Fernando VII derogó la Ley Sálica para permitir que su hija Isabel pudiera heredar el trono. Esto provocó que su hermano Don Carlos, quien hasta entonces era el heredero, se opusiera, recibiendo el apoyo de los absolutistas. Como consecuencia, María Cristina, esposa del rey, tuvo que buscar el respaldo de los liberales.
💡 ¿Sabías que? La derogación de la Ley Sálica por Fernando VII desencadenó las Guerras Carlistas que durarían décadas y dividirían profundamente a España.
Tras la muerte de Fernando VII, durante la minoría de edad de Isabel II, gobernaron como regentes su madre María Cristina y el general Espartero. En este período estalló la Primera Guerra Carlista (1833-1839), que enfrentó a los absolutistas (defensores de Carlos) contra los liberales (partidarios de Isabel), terminando con la victoria liberal.
Cuando Isabel II fue declarada mayor de edad en 1843, su reinado consolidó el régimen liberal en España. Este periodo se dividió en tres fases: la Década Moderada, el Bienio Progresista y los últimos años del reinado. La época isabelina se caracterizó por una gran inestabilidad política debido al enfrentamiento entre los dos principales partidos liberales: el moderado (formado por la burguesía, profesionales liberales y militares) y el progresista (integrado por las clases medias urbanas).