La Revolución rusa
La Revolución rusa transformó un imperio autocrático en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Antes de 1917, Rusia estaba dominada por el poder absoluto del zar, con una sociedad semifeudal donde los campesinos vivían en condiciones miserables. La primera sacudida llegó con la Revolución de 1905, que obligó al zar a ceder parte de su poder al parlamento (Duma).
La participación en la Primera Guerra Mundial empeoró las condiciones: el ejército ruso estaba mal equipado, la industria poco desarrollada, y el reclutamiento de campesinos provocó hambrunas. En febrero de 1917, una gran protesta en San Petersburgo culminó con la abdicación del zar y la instauración de un gobierno provisional democrático, enfrentado a los soviets (consejos de obreros y soldados) que formaban un poder paralelo.
En octubre, los bolcheviques liderados por Vladimir Lenin tomaron el Palacio de Invierno, estableciendo un gobierno socialista. Inmediatamente firmaron la paz con Alemania Brest−Litovsk, establecieron los soviets como base del poder, expropiaron tierras y nacionalizaron fábricas. Estas medidas desencadenaron una brutal Guerra Civil (1918-1920) entre el Ejército Rojo (bolcheviques) y el Ejército Blanco (apoyado por potencias extranjeras).
Tras la victoria bolchevique, se creó oficialmente la URSS, un estado basado en los soviets y el Partido Comunista como partido único. La crisis posguerra llevó a implementar la Nueva Política Económica (NEP), un retorno temporal y parcial al capitalismo de Estado para recuperar la economía.
💡 Las Tesis de Abril de Lenin, que prometían "paz, pan y tierra", fueron decisivas para ganar el apoyo popular. Este sencillo lema conectó perfectamente con las necesidades básicas de la población rusa exhausta por la guerra.