El Antiguo Régimen y la Revolución Francesa
El Antiguo Régimen era el sistema político, social y económico que dominaba Europa en el siglo XVIII. Se caracterizaba por tres elementos fundamentales: una sociedad estamental (dividida en nobleza, clero y pueblo llano), una economía principalmente agraria y una monarquía absoluta donde el rey concentraba todo el poder.
Este sistema entró en crisis por varias razones: la profunda desigualdad social que generaba malestar entre la población, las recurrentes crisis económicas, la influencia creciente de las ideas ilustradas que cuestionaban el orden establecido, y el inspirador ejemplo de la Revolución Americana.
La Revolución Francesa (1789-1799) surgió como respuesta a esta situación y consiguió eliminar las bases del Antiguo Régimen. Sus principales consecuencias fueron la abolición del sistema estamental, la difusión de nuevas ideas políticas y el nacimiento de la República.
💡 ¡Dato interesante! La Revolución Francesa no fue un proceso uniforme: durante sus diez años de duración se aprobaron tres constituciones diferentes (1791, 1793 y 1795), cada una reflejando distintas etapas y visiones políticas del proceso revolucionario.
El proceso revolucionario comenzó con la formación de la Asamblea Nacional que luego se convirtió en Asamblea Constituyente, con el objetivo de crear una constitución. Un avance importante fue el establecimiento del sufragio universal masculino. Sin embargo, la República llegó a su fin cuando Napoleón Bonaparte dio un golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799.