Ética y Política: La Ley Natural como Guía
¿Cómo debemos vivir? La ética tomista es eudemonista (busca la felicidad) y teleológica (todo tiende a un fin). Pero para Tomás, la felicidad perfecta solo se alcanza en la vida futura mediante la visión de Dios.
Las virtudes son hábitos que nos permiten realizar bien nuestros fines. A las virtudes intelectuales y morales aristotélicas, Tomás añade las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) que Dios infunde en nosotros y nos orientan hacia Él.
La ley natural es el fundamento de la moral: aquello que conviene a nuestra naturaleza racional. Como seres humanos tenemos inclinaciones naturales a conservar la vida, propagar la especie, buscar la verdad y vivir en sociedad.
Esta ley natural participa de la ley eterna que gobierna todo el universo desde la mente divina. Mientras que los seres irracionales siguen leyes físicas sin libertad, los humanos seguimos leyes morales porque somos libres.
Implicación política: La ley positiva del Estado debe respetar la ley natural. El poder temporal debe subordinarse al espiritual (la Iglesia) porque el fin último del hombre es sobrenatural, aunque cada poder tenga su esfera propia.
El Estado busca la vida virtuosa, pero la Iglesia conduce al fin último. No es un poder directo de la Iglesia sobre el Estado, sino una orientación hacia el fin sobrenatural del ser humano.