La Filosofía kantiana y la Ilustración representan uno de los momentos más importantes del pensamiento occidental, marcando un antes y después en la forma de entender la razón y el conocimiento humano. Durante el Contexto cultural de la Edad Moderna, Immanuel Kant desarrolló un sistema filosófico revolucionario que buscaba reconciliar el racionalismo con el empirismo, estableciendo límites claros a lo que podemos conocer y entender del mundo que nos rodea.
El Impacto del idealismo transcendental de Kant se manifestó en múltiples aspectos del pensamiento moderno. Su teoría del conocimiento propuso que nuestra mente estructura activamente la experiencia a través de categorías a priori, como el espacio y el tiempo. Esto significa que no podemos conocer las cosas "en sí mismas", sino solo como aparecen a nuestra conciencia. Esta idea revolucionaria cambió fundamentalmente la manera en que entendemos la relación entre el sujeto que conoce y el objeto conocido.
La filosofía moral kantiana también estableció principios fundamentales que continúan influyendo en el pensamiento ético contemporáneo. El imperativo categórico, que nos insta a actuar según máximas que puedan convertirse en leyes universales, representa un intento de fundamentar la moral en la razón pura práctica. Además, Kant defendió la idea de la dignidad humana como un valor absoluto, argumentando que las personas deben ser tratadas como fines en sí mismas y no como medios para alcanzar otros objetivos. Su visión de la Ilustración como la salida del ser humano de su "minoría de edad" autoimpuesta sigue siendo relevante en las discusiones sobre la autonomía y la libertad individual.