La Ilustración según Kant: Libertad y Razón en el Pensamiento Moderno
La Filosofía kantiana y la Ilustración representa uno de los momentos más significativos del Contexto cultural de la Edad Moderna, donde el filósofo alemán Immanuel Kant desarrolla una profunda reflexión sobre la naturaleza y las condiciones de la Ilustración. El pensamiento kantiano identifica dos obstáculos fundamentales que impiden el progreso ilustrado: la pereza y la cobardía, características que mantienen a los individuos en un estado de minoría de edad intelectual.
Definición: La minoría de edad intelectual según Kant es la incapacidad del ser humano para servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro.
El Impacto del idealismo transcendental de Kant se manifiesta en su distinción entre el uso público y privado de la razón. El uso público, ejercido por el individuo como erudito ante el mundo de los lectores, debe ser completamente libre. En contraste, el uso privado, vinculado a las funciones civiles o profesionales específicas, puede estar sujeto a ciertas restricciones. Kant ilustra esta distinción mediante tres ejemplos paradigmáticos: el sacerdote, el soldado y el ciudadano común.
La máxima "sapere aude" atreˊveteasaber constituye el lema fundamental de la Ilustración kantiana. Este principio exhorta a los individuos a cultivar el valor necesario para emplear su propio entendimiento, superando así la dependencia intelectual de tutores externos. Kant sostiene que su época constituía un período de Ilustración en proceso, aunque no una época plenamente ilustrada, reconociendo el papel fundamental del príncipe Federico de Prusia en la promoción de la libertad de pensamiento.
Destacado: La libertad religiosa representa un aspecto crucial en el pensamiento ilustrado kantiano, donde el filósofo argumenta que la tutela más perniciosa es aquella que se ejerce en el ámbito religioso.
El proceso de ilustración, según Kant, debe ser gradual y reformista, no revolucionario. La transformación social se produce cuando los individuos ejercen su libertad de pensamiento de manera responsable, contribuyendo así al desarrollo de una sociedad más racional y autónoma. Esta evolución requiere un equilibrio delicado entre la obediencia civil y la libertad de pensamiento, sintetizado en la máxima: "razonad cuanto queráis, pero obedeced".