Parménides: El defensor del ser inmutable
Parménides de Elea era el polo opuesto a Heráclito. Mientras este último decía que todo cambia, Parménides afirmaba que el cambio es pura ilusión. Su lógica era implacable.
Planteó tres posibilidades sobre la realidad: el Ser es (única opción lógica), el Ser no es (ilógica), o ambos son (opinión falsa). Para él, solo existe la vía de la verdad: el Ser es uno, eterno, inmóvil, inmutable y limitado.
Su argumento era demoledor: si algo empieza a ser, viene del ser (entonces ya era) o del no-ser (imposible, porque de la nada no sale nada). Por tanto, nada puede cambiar realmente.
Zenón, su discípulo favorito, defendía estas ideas con paradojas famosas como la de Aquiles y la tortuga. Sus argumentos demostraban que el movimiento y la multiplicidad son lógicamente imposibles.
Paradoja mental: Si Parménides tenía razón, toda tu experiencia diaria de cambio y movimiento sería una alucinación colectiva. ¡Brutal!
Influencia en Platón: Parménides le dio a Platón la idea de una realidad inmutable y eterna (las Ideas), además de la desconfianza hacia las percepciones sensoriales que aparecen en la alegoría de la cueva.