Del mito al logos

¿Por qué Grecia y no otro lugar? No fue casualidad que la filosofía occidental naciera en las colonias griegas del siglo VI a.C. Se dieron las condiciones perfectas para que esto pasara.

La geografía griega, con sus montañas y valles separados, creó polis independientes que fomentaron el pensamiento libre. Al ser un pueblo marinero y comerciante, los griegos entraron en contacto con otras culturas y se dieron cuenta de que cada pueblo tenía sus propios dioses y explicaciones.

Económicamente, la prosperidad del comercio permitió que muchos ciudadanos tuvieran ocio para reflexionar, ya que el trabajo lo hacían esclavos y extranjeros. Políticamente, la democracia ateniense fomentó la libertad de expresión y el debate crítico.

¡Dato curioso! Los griegos no tenían libros sagrados ni una clase sacerdotal poderosa, lo que facilitó que pudieran cuestionar las explicaciones tradicionales sin miedo.

El paso del mito al logos

Imagínate vivir en un mundo donde todo se explica por caprichos de los dioses. Eso cambió cuando los griegos empezaron a buscar explicaciones racionales de la realidad.

Los mitos explicaban el mundo a través de historias de dioses, pero tenían un problema: no se podían demostrar ni cuestionar. La filosofía nació como alternativa, buscando un orden permanente y explicable por la razón.

Los primeros filósofos compartían dos ideas clave: primero, que bajo los cambios constantes existe algo permanente (la esencia). Segundo, que todo el universo se reduce a uno o pocos elementos básicos, lo que llamaron arjé.

Para conocer la verdad, los sentidos te muestran los cambios superficiales, pero necesitas la razón para descubrir las esencias. Así nació la dualidad del conocimiento que aún usamos hoy.

¡Importante! El concepto de physis (naturaleza) era central: el universo como un cosmos ordenado y vivo, no un caos controlado por dioses caprichosos.

La escuela de Mileto

Tales de Mileto es considerado el primer filósofo porque dio el salto definitivo: propuso que "todo es agua" como principio único de la realidad. Puede sonar simple, pero fue revolucionario pensar que un elemento natural, no un dios, era el origen de todo.

Anaximandro mejoró la idea de su maestro. Se dio cuenta de que el arjé no podía ser un elemento específico, sino algo indeterminado e infinito: el ápeiron. Su cosmología incluía la idea de múltiples mundos y el equilibrio de contrarios.

Anaxímenes eligió el aire como principio, pero aportó algo genial: explicó cómo se transforman los elementos mediante condensación y rarefacción. El aire se condensa en agua, luego en tierra, o se rarifica en fuego.

¡Clave para el examen! Los milesios compartían tres características: buscaban la unidad en la diversidad, creían en un principio material eterno, y rechazaban explicaciones mágicas o contradictorias.

Pitágoras y Heráclito

Pitágoras no solo fue matemático, también creó una secta filosófico-religiosa fascinante. Creía en la transmigración de las almas y en que los números eran el principio de todas las cosas. Sus ideas místicas y científicas influirían después en Platón.

Heráclito el "oscuro" tenía una visión radicalmente diferente: "todo fluye", nada permanece igual. Para él, la realidad está en constante cambio, y la sabiduría consiste en entender la unidad que hay detrás de los contrarios.

Su arjé era el fuego, símbolo perfecto del cambio constante. Pero lo más importante era el Logos: una ley racional que ordena todo el devenir del universo y que también está en nuestra razón.

¡Reflexiona! Heráclito decía que no puedes bañarte dos veces en el mismo río. ¿Entiendes por qué? Porque tanto tú como el río habéis cambiado.

Parménides y los pluralistas

Parménides le plantó cara a Heráclito con una idea radical: el cambio es una ilusión. Solo existe el Ser, que es único, eterno e inmóvil. Su poema distingue entre la "vía de la verdad" (conocimiento racional) y la "vía de la opinión" (conocimiento sensible).

Los pluralistas intentaron conciliar estas ideas opuestas. Empédocles propuso cuatro elementos eternos (tierra, agua, aire, fuego) movidos por dos fuerzas: Amor (une) y Odio (separa). El universo pasa por ciclos eternos donde estas fuerzas se alternan.

Anaxágoras imaginó infinitas partículas llamadas homeomerías que contienen porciones de todas las cosas. El Nous (inteligencia) las ordena y pone en movimiento, siendo el primer principio no material de la filosofía griega.

¡Ten en cuenta! Los pluralistas buscaban un término medio: aceptar el cambio observable pero mantener elementos permanentes, como quería Parménides.

El atomismo

Leucipo y Demócrito cerraron la filosofía presocrática con la teoría más moderna de todas: el atomismo. Todo está formado por partículas indivisibles (átomos) que se mueven en el vacío y chocan entre sí.

Los átomos solo se diferencian por forma, orden y posición. No tienen cualidades como color o sabor; esas surgen de sus combinaciones. De sus choques nacen torbellinos que crean infinitos mundos.

Lo revolucionario es que eliminaron cualquier propósito o inteligencia del universo: todo sucede por necesidad y azar. No hay dioses dirigiendo el cosmos, solo materia en movimiento siguiendo leyes naturales.

Esta teoría anticipa de manera sorprendente la ciencia moderna, demostrando que los griegos ya intuían que la realidad podía explicarse completamente mediante principios materiales y racionales.

¡Increíble pero cierto! Los atomistas explicaron la sensación, el conocimiento e incluso el alma como combinaciones de átomos. Fueron los primeros materialistas de la historia.