Los Pluralistas: Reconciliando a Parménides con la Experiencia
La filosofía de Parménides planteaba un dilema fundamental: su lógica parecía irrefutable, pero sus conclusiones contradecían totalmente la experiencia sensible. Los filósofos pluralistas —Empédocles, Anaxágoras y Demócrito— intentaron resolver este dilema aceptando los argumentos parmenídeos sobre la imposibilidad de la generación y la destrucción, pero proponiendo la existencia de múltiples principios eternos.
Empédocles sostuvo que no existe verdadero nacimiento o muerte, sino solo mezcla y separación de cuatro elementos eternos e inmutables: agua, aire, tierra y fuego. Estos elementos, a los que llamó "raíces de todas las cosas", no pueden transformarse unos en otros (como creían los milesios), sino solo unirse y separarse mecánicamente.
Para explicar estas uniones y separaciones, Empédocles introdujo dos fuerzas cósmicas: el Amor y el Odio. El Amor une los elementos, mientras que el Odio los separa, creando así un ciclo cósmico eterno de unión y disgregación.
Anaxágoras, por su parte, propuso que todo existe desde siempre en forma de partículas diminutas (llamadas homeomerías). Según su principio de que "todo participa de todo", en cada ser hay partículas de todas las sustancias del universo, aunque predominan las del tipo que le da su naturaleza específica.
💡 La gran aportación de Anaxágoras fue la introducción del Nous (Inteligencia o Entendimiento) como principio ordenador. Por primera vez se introduce explícitamente la idea de una inteligencia divina que gobierna el cosmos, abriendo camino a las concepciones teleológicas de Platón y Aristóteles.
Originalmente, estas partículas formaban una mezcla homogénea e inmóvil. Para explicar cómo comenzó el movimiento que separó y ordenó las partículas, Anaxágoras introdujo el Nous (Inteligencia), una realidad distinta de la materia que imprimió a la mezcla original un movimiento de remolino, iniciando así la formación del cosmos ordenado.