La Selección Natural y Sus Pruebas
La teoría de la evolución por selección natural se basa en tres principios clave: las especies producen más descendientes de los que sobreviven, estos descendientes no son idénticos entre sí, y en la lucha por la supervivencia, los mejor adaptados tienen más éxito reproductivo.
Usando el ejemplo de las jirafas desde esta perspectiva: una población de antílopes tenía variaciones naturales en el tamaño del cuello. Durante las sequías, los de cuello más largo sobrevivían mejor, se reproducían más y transmitían esta característica. Con el tiempo, toda la población evolucionó hacia cuellos largos.
Darwin también estudió la selección artificial, observando cómo los criadores desarrollan nuevas razas de animales domésticos seleccionando características específicas generación tras generación.
La evolución está respaldada por múltiples pruebas científicas: las pruebas taxonómicas muestran relaciones entre especies, las paleontológicas revelan cambios en los fósiles, las biogeográficas explican la distribución de especies, las embriológicas muestran similitudes en el desarrollo temprano, y las bioquímicas demuestran parentesco genético.
Increíble pero cierto: Compartes aproximadamente el 98% de tu ADN con los chimpancés, lo que demuestra nuestro parentesco evolutivo.