La Antropología en la Filosofía Clásica
El problema antropológico en la filosofía clásica se aborda desde tres perspectivas principales: la materialista (solo existe el cuerpo mortal), la espiritualista (defiende un alma inmortal) y la hilemórfica (unión de cuerpo y alma).
Sócrates centró su filosofía en el "Conócete a ti mismo", invitándonos a examinarnos para descubrir nuestros verdaderos valores y creencias. Este autoexamen nos lleva a pensar por nosotros mismos, lo que constituye la esencia de la filosofía. Sócrates identificó la psique (alma racional) como nuestro verdadero yo, y desarrolló los métodos de la ironía (cuestionar lo que creemos saber) y la mayéutica (ayudar a "dar a luz" las verdades que ya poseemos).
💡 Cuando Sócrates nos anima a "conocernos a nosotros mismos", no habla de autoayuda superficial, sino de un profundo análisis filosófico que puede transformar nuestra vida y afectar a toda la sociedad.
Platón propuso un marcado dualismo alma-cuerpo, considerando que el cuerpo es un lastre para el alma. Desarrolló la teoría de las tres almas: racional (en la cabeza), irascible (en el pecho) y concupiscible (en el vientre), representando una constante lucha entre razón y deseo. Para Platón, el alma racional es inmortal y previamente habitó el mundo de las Ideas, por lo que conocer es realmente recordar.
Por su parte, Aristóteles adoptó una visión más integrada. Definió el alma como aquello que permite al ser vivo realizar sus operaciones vitales, siendo forma del cuerpo natural con vida en potencia. Su enfoque hilemórfico considera alma y cuerpo como "co-principios" inseparables. Aristóteles clasificó tres tipos de almas o funciones vitales: vegetativa (nutrición y reproducción), sensitivo-motora (sensaciones y movimiento) e intelectiva (razonamiento), presentes jerárquicamente en los seres vivos.