El Helenismo y sus escuelas
El Helenismo representó una época centrada en la ética individual y la búsqueda de la felicidad personal. Surgieron tres escuelas principales que ofrecían diferentes caminos hacia la plenitud vital.
El Epicureismo, fundado por Epicuro de Samos, sostenía que el placer entendido como ausencia de dolor conducía a la ataraxia (paz interior). Distinguía entre placeres naturales y necesarios (como comer o beber), naturales pero innecesarios (como los excesos) y aquellos ni naturales ni necesarios (como la fama o riqueza). La verdadera riqueza no consistía en poseer mucho, sino en tener pocas carencias.
El Estoicismo, iniciado por Zenón de Citio, enseñaba que el universo está regido por leyes naturales inevitables. No podemos controlar nuestro destino, pero sí cómo lo afrontamos. La felicidad se alcanza mediante el autodominio y la entereza ante las circunstancias, concentrándose en lo que depende de nosotros.
El Escepticismo de Pirrón de Elis negaba la posibilidad de alcanzar verdades absolutas. Ante cualquier tema, siempre existen argumentos a favor y en contra. La actitud más sabia es la epojé (suspensión del juicio), que nos lleva a la calma interior y el sosiego al evitar posiciones extremas.
💡 Las escuelas helenísticas te ofrecen herramientas prácticas para la vida diaria: del epicureísmo puedes aprender a valorar los placeres simples, del estoicismo a mantener la calma ante las dificultades, y del escepticismo a no aferrarte a opiniones radicales.