Desarrollando argumentos sólidos y cerrando con fuerza
En el desarrollo necesitas crear al menos dos líneas argumentales diferentes que aborden el tema desde distintos ángulos. Cada línea sigue el mismo patrón: planteas una idea, la conectas con un filósofo específico, y después haces preguntas críticas que inviten a reflexionar más profundamente.
Lo genial de este método es que no tienes que tener todas las respuestas. De hecho, hacer buenas preguntas demuestra más madurez filosófica que pretender saberlo todo. Las preguntas críticas también te ayudan a enlazar una idea con la siguiente de forma natural.
La conclusión no debe ser solo un resumen aburrido de lo que ya has dicho. En su lugar, haz una síntesis que muestre cómo se relacionan las diferentes ideas que has presentado, creando una visión más completa del tema.
Truco de experto: Termina con una pregunta abierta que invite a seguir reflexionando. Esto demuestra que entiendes que la filosofía es un diálogo continuo, no un conjunto de respuestas cerradas.
El toque final es proponer una reflexión global que conecte tu análisis con cuestiones más amplias sobre la humanidad o nuestra comprensión del mundo. Esto eleva tu disertación de un simple ejercicio académico a una reflexión genuina sobre temas que realmente importan.