El problema del ser humano y la moral
Para Aristóteles, cuerpo y alma forman una sustancia natural indisoluble. El alma humana tiene tres funciones: vegetativa (nutrición y desarrollo), sensitiva (percepción) e intelectiva (conocimiento). Esta última es la esencial y distintiva del ser humano, aunque el filósofo reconoce que también somos seres con necesidades corporales y sociales.
La ética aristotélica se denomina Eudemonismo porque considera que el fin último del ser humano es la felicidad (eudaimonía). Esta consiste en desarrollar lo más característico de nuestra esencia: la actividad intelectual o vida contemplativa. Las virtudes dianoéticas perfeccionan el entendimiento, mientras que las virtudes éticas nos ayudan a satisfacer equilibradamente nuestras necesidades corporales y sociales.
La virtud ética es un hábito que se adquiere mediante la práctica y consiste en elegir racionalmente un término medio entre dos extremos viciosos. Este término medio no es universal, sino que debe determinarse según cada persona y circunstancia. Aunque la contemplación intelectual es la actividad más elevada, Aristóteles reconoce que la felicidad humana es limitada porque no podemos dedicarnos exclusivamente a ella.
El problema de la sociedad o política
Aristóteles define al ser humano como zoon politikon (animal político), afirmando que la sociabilidad forma parte de nuestra esencia. Gracias al logos (razón), podemos comunicarnos y desarrollar nuestro conocimiento, pero esto solo es posible dentro de una sociedad. La polis es el fin último del desarrollo humano y solo en ella puede alcanzarse la felicidad.
El buen político debe aplicar su intelecto de forma práctica y actuar con prudencia para crear leyes que fomenten las virtudes en los ciudadanos. La justicia social se logra cuando el gobierno busca el bien común y no intereses particulares. Aristóteles distingue tres formas justas de gobierno: Monarquía (gobierno de uno), Aristocracia (gobierno de los mejores) y Democracia (gobierno del pueblo), considerando esta última como la mejor.
💡 Conexión clave: La política aristotélica está íntimamente ligada a su ética: solo en una sociedad justa podemos desarrollar las virtudes necesarias para alcanzar la felicidad. Por eso, la política no es opcional sino esencial para nuestra realización.