Dios: El Ser Supremo y Creador
Imagínate un ser perfecto que nunca cambia, que es puro amor y que creó todo lo que existe. Así concibe Agustín a Dios, el centro absoluto de su filosofía.
Las características principales de Dios son su inmutabilidad (es eterno y perfecto), su papel como creador del mundo siguiendo modelos eternos, y algo revolucionario para su época: Dios es amor que sufre por sus criaturas. Esto rompía con la idea griega de un dios impasible.
Pero entonces surge el problema del mal. ¿Cómo puede existir el mal si Dios es bueno? La respuesta de Agustín es genial: el mal no existe realmente, es solo la ausencia de bien. Es como la oscuridad, que no es algo real sino la falta de luz.
El mal moral aparece cuando usamos mal nuestro libre albedrío. Dios nos dio libertad para elegir, y somos nosotros quienes a veces elegimos alejarnos de él. Por eso necesitamos la gracia divina para superar nuestra tendencia al mal.
Conexión importante: El pecado original debilitó nuestra voluntad, pero no eliminó nuestra responsabilidad moral.