La década moderada (1844-1854)
Con Isabel II ya "mayor de edad" a los 13 años (menuda broma), los moderados tomaron el control total con Narváez al mando. Su objetivo era claro: crear un sistema político estable que les garantizara el poder para siempre, aunque tuvieran que falsificar elecciones.
La Constitución de 1845 fue su obra maestra del conservadurismo: soberanía compartida (o sea, el rey mandaba muchísimo), Senado nombrado por el rey, confesionalidad católica obligatoria y ni rastro de la Milicia Nacional. Los derechos quedaron muy limitados.
Construyeron un estado centralizado y eficiente. Crearon la Guardia Civil, establecieron el servicio militar obligatorio (si tenías pasta, no ibas), reformaron la educación y firmaron un Concordato con el Vaticano que devolvía poder y propiedades a la Iglesia.
Pero no todo fue un camino de rosas. Tuvieron que enfrentarse a la segunda guerra carlista (1846-1849), protestas contra las quintas, motines campesinos y las primeras huelgas obreras. La gota que colmó el vaso fue cuando Bravo Murillo quiso reformar la constitución para gobernar por decreto indefinidamente.
¡Ojo al dato! El impuesto de consumos, que gravaba productos básicos como el pan, fue una de las medidas más odiadas por el pueblo.