Formas Jurídicas y Decisiones de Producción
Crear una empresa requiere elegir su forma jurídica. El empresario individual es la opción más simple: una persona que responde con todos sus bienes de las deudas. Perfecto para negocios pequeños y familiares.
Las sociedades permiten unir fuerzas entre varias personas. En las sociedades anónimas (S.A.), el capital se divide en acciones que pueden venderse fácilmente, ideal para grandes empresas. En las sociedades limitadas (S.L.), las participaciones tienen restricciones de venta, manteniendo el control familiar.
La diferencia clave está en la responsabilidad: en las sociedades, solo arriesgas lo que aportas; como empresario individual, arriesgas todo tu patrimonio.
El producto marginal nos enseña algo fundamental: si sigues añadiendo trabajadores sin cambiar otros factores (máquinas, espacio), llega un momento en que cada nuevo empleado aporta menos que el anterior. Es la ley de rendimientos decrecientes.
Los costes fijos (alquiler, maquinaria) no cambian con la producción, mientras que los variables (materias primas, energía) sí dependen de cuánto produces.
💡 Tip emprendedor: Antes de crear tu empresa, piensa bien la forma jurídica. ¿Quieres arriesgar solo lo que inviertes (sociedad) o todo tu patrimonio (empresario individual)?