La estructura de la membrana plasmática celular es un componente fundamental que separa el interior de la célula del medio externo, actuando como una barrera selectivamente permeable.
La membrana está compuesta principalmente por una bicapa lipídica formada por fosfolípidos, que tienen una cabeza hidrofílica orientada hacia el medio acuoso y colas hidrofóbicas que se orientan hacia el interior de la membrana. Este arreglo molecular permite que la membrana sea fluida y flexible mientras mantiene su integridad estructural.
Los glucolípidos y glucoproteínas son componentes esenciales que se proyectan hacia el exterior de la célula, cumpliendo funciones cruciales en el reconocimiento celular, la adhesión y la señalización. Las proteínas transmembrana atraviesan completamente la bicapa y participan en el transporte de sustancias, mientras que las proteínas periféricas se asocian temporalmente con la superficie de la membrana. El modelo del mosaico fluido explica cómo estos componentes pueden moverse lateralmente en el plano de la membrana, permitiendo que la célula responda a cambios en su entorno.
La membrana plasmática también contiene colesterol, que ayuda a regular la fluidez y la estabilidad de la membrana. Esta estructura compleja permite que la célula mantenga su homeostasis, regule el transporte de sustancias y se comunique con otras células. Los diferentes modelos de membrana bicapa lipídica han evolucionado a lo largo del tiempo, desde el modelo de Danielli-Davson hasta el modelo del mosaico fluido propuesto por Singer y Nicolson, proporcionando una comprensión cada vez más detallada de cómo la membrana plasmática funciona como una interfaz dinámica entre la célula y su entorno.