El metabolismo celular es un conjunto de procesos bioquímicos fundamentales para la vida que ocurren dentro de nuestras células. Estos procesos se dividen principalmente en dos grandes vías: el metabolismo aeróbico y el metabolismo anaeróbico.
El metabolismo aeróbico requiere oxígeno y es la forma más eficiente de producir energía en forma de ATP. Este proceso ocurre en las mitocondrias celulares, donde intervienen importantes coenzimas como el NAD (Nicotinamida Adenina Dinucleótido) y el FAD (Flavín Adenín Dinucleótido). Durante este proceso, el NADH y FADH2 actúan como transportadores de electrones en la cadena respiratoria, permitiendo la producción de grandes cantidades de ATP. Por otro lado, el metabolismo anaeróbico no requiere oxígeno y se divide en dos tipos: el metabolismo anaeróbico aláctico, que utiliza fosfágenos como fuente inmediata de energía, y el metabolismo anaeróbico láctico, que produce ácido láctico como producto final.
Los 3 tipos de metabolismo principales (aeróbico, anaeróbico aláctico y anaeróbico láctico) se activan según la intensidad y duración del ejercicio. Las vías aeróbicas y anaeróbicas trabajan de manera coordinada para mantener el equilibrio energético del organismo. El tipo de metabolismo que predomina en cada persona puede variar según factores como la genética, la edad, el sexo y el nivel de actividad física. Esto explica por qué existen diferentes tipos de metabolismo en mujeres y hombres, y por qué es importante conocer qué tipo de metabolismo tengo para optimizar tanto la nutrición como el ejercicio físico. Las vías metabólicas aerobias y anaerobias son fundamentales para comprender cómo nuestro cuerpo produce y utiliza la energía, especialmente durante el ejercicio anaeróbico o aeróbico.