Primeras teorías de la evolución: Lamarck y Darwin
El francés Lamarck propuso a finales del siglo XVIII la primera teoría evolucionista tras estudiar fósiles y observar que las especies modernas procedían de transformaciones graduales de especies más primitivas. Su teoría se basaba en tres ideas principales: los órganos se desarrollan con el uso y se atrofian sin él, los individuos se adaptan a cambios ambientales transformando su cuerpo, y estas características adquiridas se heredan a los descendientes.
El ejemplo clásico del lamarckismo es la jirafa, que según esta teoría desarrolló un cuello largo porque estiraba constantemente el cuello para alcanzar hojas altas, y esa característica se transmitió a sus crías. Aunque Lamarck desafió valientemente las ideas fijistas de su época, hoy sabemos que su teoría es incorrecta porque los caracteres adquiridos no se heredan.
A mediados del siglo XIX, Darwin y Wallace, trabajando independientemente, llegaron a la misma conclusión revolucionaria: la selección natural. Tras un viaje de cinco años alrededor del mundo, Darwin concluyó que solo sobreviven los individuos mejor adaptados al ambiente. Esta teoría reconoce que los recursos son limitados, provocando una lucha por la supervivencia, y que las pequeñas variaciones entre individuos de una especie determinan quiénes logran reproducirse.
💡 ¿Sabías que...? La teoría de Darwin explica perfectamente el ejemplo de los ratones: en un ambiente donde los depredadores pueden ver fácilmente a los ratones blancos, los oscuros tienen mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse, aumentando así la proporción de ratones oscuros en generaciones futuras.