El Manto de la Tierra
El manto, la capa intermedia de la Tierra situada entre la corteza y el núcleo, posee características únicas que lo distinguen de las otras capas. Compuesto principalmente por silicatos de hierro y magnesio, que representan más del 80% de su volumen total, el manto también contiene pequeñas cantidades de otros elementos como aluminio, calcio y sodio.
Una de las características más importantes del manto es su estado físico. Aunque es sólido, tiene la flexibilidad suficiente para deformarse lentamente con el tiempo. Esta plasticidad es fundamental para el movimiento de las placas tectónicas, que son responsables de la formación de montañas, volcanes y terremotos.
Vocabulary: Plasticidad - Capacidad de un material sólido para deformarse permanentemente sin romperse.
La temperatura del manto varía según la profundidad, aumentando hacia el núcleo. En la parte superior del manto, la temperatura ronda los 1.000-1.500 grados Celsius, mientras que en la parte inferior puede superar los 3.500 grados Celsius. La presión también aumenta con la profundidad, alcanzando alrededor de 135 gigapascales en el límite con el núcleo.
Example: La variación de temperatura en el manto puede compararse con un horno gigante, donde la parte superior está caliente, pero la inferior está al rojo vivo.
Una característica crucial del manto es su alta viscosidad, lo que significa que es resistente al flujo. Esta propiedad afecta la velocidad y el tipo de movimientos que ocurren en el manto, como los flujos convectivos. Estos flujos, que implican el movimiento de material caliente y menos denso hacia arriba, y de material frío y más denso hacia abajo, son una de las principales fuerzas detrás de la tectónica de placas.
Highlight: Los flujos convectivos en el manto son fundamentales para entender los movimientos de las placas tectónicas y, por ende, la dinámica de la superficie terrestre.