Métodos directos: Lo que podemos tocar y ver
Los métodos directos son los más fáciles de entender porque implican ir al lugar y observar directamente lo que queremos estudiar. Es como ser detective, pero de la naturaleza.
En el trabajo de campo, los geólogos estudian las rocas que afloran en la superficie, observan su color, textura y cómo se relacionan entre sí. Usan herramientas como la brújula geológica para medir inclinaciones y orientaciones de las rocas.
La recogida de muestras es otra técnica clave. Los científicos llevan al laboratorio fragmentos de rocas, suelos o agua para analizarlos con microscopía y difracción de rayos X. Así pueden descubrir de qué están hechos exactamente.
Las estaciones meteorológicas también forman parte de estos métodos. Con instrumentos como anemómetros, pluviómetros y termómetros, miden temperatura, presión, humedad y viento para crear modelos del clima.
Dato curioso: La brújula geológica no solo indica el norte, también puede medir la inclinación de las capas rocosas, lo que ayuda a entender cómo se formaron las montañas.