Técnicas Constructivas Romanas
Los romanos consideraban la solidez constructiva (firmitas) como lo más importante al diseñar un edificio. La prueba está en que muchos siguen en pie después de 2000 años.
El material estrella era el hormigón romano, hecho con agua, arena, cal y materiales aglutinantes. Al secarse se volvía duro como piedra pero era moldeable, lo que permitió construir bóvedas imposibles con otros materiales. Sin esta técnica no existirían el Panteón, el Coliseo o las termas de Caracalla.
Los muros romanos tenían un núcleo de hormigón revestido en las caras externas. Según el tipo de revestimiento teníamos: opus incertum (piedrecitas irregulares), opus reticulatum (el más usado, con aspecto de red diagonal) y opus quadratum (bloques regulares de piedra).
La solidez también dependía del uso masivo de arcos de medio punto y bóvedas, estructuras que los griegos conocían pero apenas usaron. Los romanos las perfeccionaron y las convirtieron en su sello distintivo.
Frente al desorden griego, Roma apostó por la concepción simétrica axial: se trazaba un eje y se construía exactamente lo mismo a derecha e izquierda. Todo tenía que estar perfectamente ordenado y equilibrado.
💡 Innovación clave: El hormigón romano fue tan revolucionario como lo es hoy el hormigón armado para nosotros.