Características técnicas y descripción
Esta escultura de bulto redondo está hecha de mármol, aunque la original era de bronce. Lo que ves hoy es solo una sombra de lo que fue: originalmente estaba completamente pintada con colores vibrantes que se han perdido con el tiempo.
Augusto aparece de pie en una postura muy estudiada. Su pierna izquierda avanza ligeramente, el brazo derecho se alza como si estuviera dando un discurso, y el izquierdo sostiene una lanza. No es casualidad: cada detalle está pensado para transmitir autoridad y liderazgo.
La idealización es clave aquí. Aunque el parecido físico es evidente, el rostro muestra a un político sereno y seguro, una versión mejorada de la realidad. Los pliegues de la ropa y los relieves de la coraza están trabajados a la perfección, creando esa sensación de suavidad que caracteriza el arte romano.
Dato curioso: La escultura estaba pensada para pegarse a la pared, por eso la parte trasera de la coraza no tiene decoración. Era arte propagandístico puro y duro.
Contexto histórico y cultural
El retrato romano tiene sus raíces en las tradiciones etruscas y las mascarillas de cera que las familias guardaban de sus antepasados. A diferencia del arte griego que tendía a idealizar, los romanos preferían el realismo... hasta que llegó Augusto.
Con Augusto, Roma quiso alcanzar una grandeza divina, y los retratos oficiales se volvieron más idealizados, siguiendo modelos griegos. Esta escultura representa a César Octavio, el primer emperador romano, quien tras deshacerse de Antonio y Lépido, instauró la famosa Pax Augusta.
La época de Augusto significó paz y esplendor cultural para el Imperio, aunque a costa de una notable pérdida de libertades. Este contraste se refleja perfectamente en el arte: belleza y propaganda van de la mano.