Escultura Romana: Retratos e Historia en Piedra
Los romanos revolucionaron la escultura con dos obsesiones: el realismo y la propaganda. Mientras los griegos idealizaban, ellos querían mostrar la realidad, pero una realidad que les conviniera políticamente.
El retrato romano nació de las máscaras funerarias etruscas y se convirtió en algo único. Durante la República, los retratos eran brutalmente realistas: arrugas, verrugas, expresiones duras. Querían mostrar la sabiduría y experiencia de los líderes. Pero cuando llegó el Imperio, todo cambió.
El Augusto de Prima Porta marcó el nuevo estilo: emperadores idealizados como dioses, pero manteniendo rasgos reconocibles. Augusto aparece arengando al ejército, con relieves en su armadura que cuentan sus victorias. Es propaganda pura, pero de nivel artístico increíble.
El relieve histórico fue otra invención romana genial. Convertían las victorias militares en narrativas visuales que cualquiera podía entender. En el Arco de Tito ves a los soldados llevando el tesoro del Templo de Jerusalén como si fueras testigo ocular. La Columna Trajana es como una película de guerra enrollada en espiral.
¡Técnica revolucionaria! Los escultores romanos usaban el trépano para crear efectos de claroscuro en el pelo y las barbas, y grababan las pupilas para dar más expresividad a los retratos.