La arquitectura románica en Canarias representa un capítulo único en la historia arquitectónica del archipiélago, aunque su presencia es limitada comparada con la península ibérica. Las construcciones religiosas de este período se caracterizan por su sobriedad y funcionalidad, adaptándose a las condiciones locales y los materiales disponibles en las islas.
Las características de la arquitectura religiosa en el románico se manifiestan en elementos como los muros gruesos de piedra, arcos de medio punto, y bóvedas de cañón. En las iglesias canarias de influencia románica, se pueden observar naves principales con techos de madera, contrafuertes externos para soportar el peso de la estructura, y ventanas pequeñas que crean un ambiente de recogimiento espiritual. El cimborrio en iglesias románicas y góticas es menos común en Canarias, pero cuando aparece, se presenta como una estructura octogonal elevada sobre el crucero, permitiendo la entrada de luz natural al interior del templo.
La adaptación del estilo románico en las Islas Canarias presenta particularidades propias de la región. Los constructores locales incorporaron técnicas tradicionales canarias, como el uso de la piedra volcánica y la madera de pino canario, creando una fusión única entre el románico continental y la arquitectura vernácula isleña. Las plantas de las iglesias suelen ser más sencillas que sus contrapartes peninsulares, generalmente con una sola nave y capillas laterales añadidas posteriormente. Los elementos decorativos son austeros, centrándose en la funcionalidad y la durabilidad de la construcción más que en los aspectos ornamentales típicos del románico europeo. Esta arquitectura refleja la adaptación del estilo a las necesidades y recursos locales, creando un patrimonio arquitectónico singular que merece ser estudiado y preservado.