Escultura arcaica: los primeros pasos
El período arcaico marcó el despertar de la escultura griega. Influenciados por modelos orientales y egipcios, los griegos desarrollaron tipos escultóricos que definirían su arte para siempre.
Las korai (muchachas) eran figuras femeninas vestidas con chitón y peplo, caracterizadas por ojos almendrados y la típica sonrisa arcaica. Funcionaban como ofrendas votivas o estatuas funerarias de aristócratas. La Dama de Auxerre (620 a.C.) y la Koré del peplo muestran esta evolución hacia el naturalismo.
Los kuroi (muchachos) representaban el ideal masculino desnudo: pierna izquierda adelantada, brazos pegados al cuerpo, anatomía "geometrizada" mediante incisiones nítidas. El Kurós de Anavyssos ejemplifica esta búsqueda de perfección anatómica.
Hacia finales del siglo VI a.C., la sonrisa arcaica desaparece, el peinado se acorta, el cuerpo se modela más naturalmente y disminuye la frontalidad. El Efebo de Critio (490 a.C.) anuncia ya el período clásico con su mayor interioridad y naturalismo.
Los relieves arquitectónicos (metopas, frisos, frontones) presentaron los primeros programas narrativos mitológicos, donde los escultores debían adaptar las figuras a marcos predeterminados.
Recuerda: Los kuroi nunca pretendían retratar individuos específicos, sino expresar un ideal de belleza masculina.