Tejido Muscular: El Motor del Movimiento
La sangre realiza funciones vitales: transporta sustancias, regula la temperatura corporal, mantiene el pH estable, te defiende de infecciones y forma coágulos para evitar hemorragias. Es como el sistema de transporte y mantenimiento de tu cuerpo.
Los leucocitos se dividen en granulocitos (neutrófilos, eosinófilos, basófilos) y agranulocitos (linfocitos y monocitos). Cada tipo tiene una función defensiva específica, desde fagocitar microbios hasta producir anticuerpos.
El tejido muscular está formado por células largas especializadas en contraerse. Contiene miofilamentos de actina y miosina que se deslizan entre sí para producir movimiento. Es el tejido que te permite desde parpadear hasta correr.
Existen tres tipos: músculo liso (involuntario, rodea órganos internos), músculo estriado esquelético (voluntario, mueve tu esqueleto) y músculo cardíaco (involuntario, late coordinadamente). Cada uno está perfectamente adaptado a su función.
¡Increíble! Tu corazón late involuntariamente gracias a los discos intercalares que coordinan la contracción de todas sus fibras musculares.