La invasión musulmana de la península ibérica en 711 marcó el inicio de una nueva era en la historia de España, transformando profundamente la sociedad y cultura de la región. Los musulmanes, liderados por Tariq ibn Ziyad, cruzaron el estrecho de Gibraltar y en pocos años conquistaron casi toda la península, estableciendo un nuevo territorio conocido como Al-Ándalus. Este período histórico se caracterizó por importantes avances en arquitectura, ciencias, agricultura y arte.
La sociedad hispano-musulmana en Al-Ándalus se desarrolló como una estructura compleja y multicultural, donde convivían musulmanes, cristianos y judíos. Esta sociedad se organizaba jerárquicamente, con los árabes en la cúspide, seguidos por los bereberes, muladíes (cristianos convertidos al Islam) y mozárabes (cristianos que mantuvieron su fe). Durante este período, se produjeron importantes avances en sistemas de regadío, se introdujeron nuevos cultivos como el arroz, la naranja y la caña de azúcar, y se desarrollaron técnicas artesanales innovadoras en cerámica y textiles.
La evolución del Califa de Córdoba Abderramán III representa uno de los momentos más brillantes de Al-Ándalus. Bajo su gobierno (912-961), Córdoba se convirtió en la ciudad más importante de Occidente, rivalizando en esplendor con Constantinopla y Bagdad. Durante su califato, se construyeron grandes obras arquitectónicas, se fomentó el desarrollo cultural y científico, y se establecieron relaciones diplomáticas con otros reinos europeos y musulmanes. La Mezquita de Córdoba, la ciudad palatina de Medina Azahara y la Biblioteca de Al-Hakam II son testimonios del esplendor cultural y artístico alcanzado durante este período. Esta época dorada sentó las bases para el desarrollo de una civilización única que combinaba elementos islámicos, cristianos y judíos, creando un legado cultural que perdura hasta nuestros días.