La crisis del Antiguo Régimen en el reinado de Carlos IV marcó un período crucial en la historia de España que transformó profundamente la sociedad española. Durante este tiempo, España enfrentó graves problemas económicos y políticos que se agravaron por el impacto de la Revolución Francesa en España. El gobierno de Carlos IV se caracterizó por una administración débil y la creciente influencia de Manuel Godoy, quien ejerció un poder considerable como primer ministro y favorito del rey.
La situación se complicó aún más con las abdicaciones de Bayona y cambio dinástico en España, cuando Napoleón Bonaparte manipuló hábilmente la crisis política española. En 1808, Carlos IV se vio forzado a abdicar en favor de su hijo Fernando VII, pero posteriormente ambos fueron engañados por Napoleón para ceder sus derechos al trono español. Este acontecimiento provocó un vacío de poder que desencadenó la Guerra de Independencia española (1808-1814) y marcó el inicio de una nueva era en la historia de España. La resistencia popular contra la ocupación francesa se organizó a través de juntas provinciales y la Junta Central, que lucharon por mantener la independencia nacional y promover reformas liberales.
Este período representó el fin definitivo del Antiguo Régimen en España y el comienzo de la transición hacia un estado liberal moderno. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 establecieron las bases para un nuevo sistema político basado en la soberanía nacional, la división de poderes y los derechos individuales. Sin embargo, el regreso de Fernando VII en 1814 supuso un intento de restaurar el absolutismo, generando un conflicto entre liberales y absolutistas que marcaría la política española durante gran parte del siglo XIX.