La clasificación de los seres vivos y sus taxones es un sistema fundamental que nos ayuda a organizar y entender la diversidad de la vida en nuestro planeta. Este sistema organiza a todos los organismos en grupos jerárquicos, comenzando desde el nivel más amplio (dominio) hasta el más específico (especie). Los principales niveles taxonómicos son: dominio, reino, filo, clase, orden, familia, género y especie. Cada nivel nos ayuda a comprender mejor las relaciones evolutivas y las características compartidas entre diferentes organismos.
La nomenclatura y sistema binomial en taxonomía fue establecida por Carl Linnaeus en el siglo XVIII y continúa siendo la base de la clasificación moderna. Este sistema utiliza dos palabras en latín para nombrar a cada especie: la primera palabra indica el género y la segunda la especie específica. Por ejemplo, Homo sapiens (donde Homo es el género y sapiens la especie). Este sistema permite a científicos de todo el mundo identificar y comunicarse sobre especies específicas sin confusión, independientemente de los nombres comunes que se usen en diferentes idiomas o regiones.
La historia de la clasificación de organismos vivos ha evolucionado significativamente a lo largo del tiempo. Comenzó con clasificaciones simples basadas en características observables como el tamaño o el hábitat, pasando por el sistema de Aristóteles que dividía a los seres vivos en plantas y animales, hasta llegar a los sistemas modernos que incorporan evidencia molecular y genética. Actualmente, los científicos utilizan herramientas como el análisis de ADN y la biología molecular para establecer relaciones evolutivas más precisas entre especies y actualizar constantemente nuestra comprensión de cómo los diferentes organismos están relacionados entre sí. Esta clasificación moderna no solo considera las características físicas, sino también la historia evolutiva, las relaciones genéticas y las adaptaciones moleculares de los organismos.